Escandinavia y Cabo Norte

Entramos en los países escandinavos o nórdicos por Dinamarca y nos quedaba mucho por recorrer aún para llegar a Cabo Norte, pero había emoción, así que allá vamos.

Primera parada Esbjerg, desde allí tenemos por delante más de 2.600 kilómetros y aquí os lo cuento. El 3 de septiembre alcanzamos Cabo Norte (Nordkapp). Este es el relato de esos días.

Esbjerg, toma de contacto con los países escandinavos

En esta población de la Provincia de Jutlandia nos esperaban Marc y Alba. Él estudiando idiomas y ella enfermera. Nos conocimos en una de las ‘quedadas‘ que organizó Pablo de Bikecanine en Barcelona y, a pesar de la diferencia de edad, conectamos.

Estatuas Men at the sea en Esbjerg
Estatuas Men at the sea en Esbjerg

Nos ceden su ducha, cena y compañía el primer día y nos abren las puertas a un espacio comunitario del edificio donde tenemos cocina, electricidad y un lavabo a nuestra disposición.

Centro de Esbjerg
Centro de Esbjerg

Dedicamos unos días a recorrer la población. Tomar contacto con los supermercados Netto, una suerte de Mercadona danés y hacer algunos envíos de ejemplares del libro. Por cierto llegaban más rápido los libros enviados desde Dinamarca que desde España.

Aparcados en Esbjerg
Aquí dormimos en Esbjerg

El precio más o menos el mismo.

Odense y Hans Christian Andersen

Tras decir adiós a Marc y Alba nos vamos a Odense, que además de ser la tercera ciudad más habitada de Dinamarca, es también la ciudad natal de Hans Christian Andersen.

Calles de Odense
Calles de Odense

No puedes perderte la sensación de pasear por las calles de su casco antiguo excelentemente conservado. Parece que te vas a cruzar con el escritor al girar la siguiente esquina.

Callejeando por Odense
Callejeando por Odense

Pero regresemos a lo mundano. Descubrimos una zona deportiva que dispone de duchas y que permite a quien quiera, dentro de los horarios del sitio, hacer buen uso de ellas. Pertrechados de los adminículos de baño allá que vamos. Duchazo.

Copenhague

Por fin toca el plato fuerte, la capital. Toda una sensación pasear por las calles de Copenhague. Sus zonas portuarias, coloridas casas y la famosa estatua de La Sirenita. Y nunca mejor dicho porque es de tamaño contenido.

Estatua de la Sirenita de Copenhague
Estatua de la Sirenita en Copenhague, como si no hubiese turistas

Es más difícil de ver, no por su tamaño, sino por estar rodeada por decenas de turistas durante todo el día. Hacer una foto sin que aparezcan personas es un arte que tan solo cultiva Cristina, en sus manos lo dejo.

Aparcados en Copenhague
Aparcados en Copenhague, lugar tranquilo y al lado de la ciudad
Copenhague
Copenhague, pintaza

Por ser la primera vez, y aún sabiéndolo por haberlo visto en decenas de documentales y vídeos de YouTube, me llama la atención la enorme cantidad de bicicletas que colonizan cada rincón de la ciudad. Decenas, cientos, miles.

Bicicletas en Copenhague
Brutal cantidad de bicicletas en Copenhague

Ciudad Libre de Christiania

No puedo negar que me impactó. No solo por ser un oasis dentro de Copenhague sino por su teórica autogestión. Es pintoresca a más no poder, nadie que visite la capital debería perderse la visita a Christiania.

Ciudad Libre de Christiania
Entrada a la Ciudad Libre de Christiania

Al ser una “ciudad libre” allí podrás ver cosas que en otros lugares no. Esto lo notarás si entras teléfono en mano a una zona señalizada usando farolillos, donde te avisarán que nada de fotos ni vídeos, la razón el bien sencilla…

Estás llegando a un mercadillo muy peculiar. Los tenderetes pueden ser como los de cualquier otro pero en este caso las mercancías son bien diferentes: drogas. Así, en plena calle y como quien vende encurtidos.

Lavabos en la Ciudad Libre de Christiania
Pintorescos lavabos en Christiania

Estamos aparcados en un aparcamiento de tierra a las afueras de la ciudad. Por las noches es un lugar tranquilo, pasamos allí unos días. Mientras íbamos preparando el paso a Suecia, previsto en pocos días.

Suecia

Y llegó el día. Nos subimos a La Vane y enfilamos el camino al Puente de Öresund que une Dinamarca con Suecia. Impresiona la obra de ingeniería, y el precio de usarla: 40€

Sin apenas darnos cuenta, embelesados por el puente, pusimos rueda en un nuevo país: Suecia.

Puente de Dinamarca a Suecia
Puente de Dinamarca a Suecia, impresionante

El país nos recibía con un montón de alertas en los puntos de pernocta que listaba Park4Night. En todos ellos se denunciaba una falta de seguridad por culpa de los robos sufridos en los vehículos vivienda.

Suecia tiene un problema de seguridad que no he visto aún en ningún otro país. Incluso, en la época en que nosotros hicimos el viaje, existían poblaciones con “toques de queda” para chicas que fuesen solas por la calle a partir de las 22 horas.

Sabiendo todo esto decidimos dejar las grandes ciudades para otra ocasión y viajar por poblaciones pequeñas. Una de las experiencias más placenteras, como conductor, de mi vida.

Incursión en Noruega

No me da vergüenza escribir esto, pero desde Suecia pasamos a Noruega para hacer una toma de contacto con el caro país. Y doy fe que lo es.

Entramos a un supermercado considerado “barato” allí, se llama Kiwi. Vamos a comprar algo para comer, pensamos. Y menudo escándalo, qué pena ser pobre. Una simple lata de cerveza, de las que aquí se venden como “marca blanca”, costaba la friolera de 4 euros.

Estaba decidido, subiremos por Suecia y nos abasteceremos en Finlandia antes de pasar a Noruega para llegar a Cabo Norte.

El placer de conducir por Suecia

Carreteras solitarias a las 5 de la tarde. Alucinante. Allí la gente sale a horas más tempranas de trabajar que en España y pasadas las 5 de la tarde las carreteras estaban literalmente desiertas. Te cruzabas con algún coche de vez en cuando.

Conducir en Suecia
A partir de las 5 de la tarde… to the wild en Suecia

No he conducido más tranquilo y relajado en mi vida. Disfrutando del sol del atardecer y del placer de rodar con todo un espectáculo natural constante. Si alguna vez puedes hacerlo, hazlo.

¿Dónde dices que estás?

Al tomar rutas alejadas de las de las grandes ciudades pasas por poblaciones totalmente desconocidas, al menos para nosotros. Os las cuento.

Faro en Bua
Dormir junto al faro de Bua

En Lomma disfrutamos de su pasarela sobre el mar, mientras que en Bua dormimos junto a un pequeño y coqueto faro. En Uddevalla nos abastecemos en un gran supermercado.

Pasarela marina en Lomma
Pasarela sobre el mar en Lomma

Llegamos a Ed para hacer envío de unos cuantos ejemplares de Salto al Vacío y nos llamó la atención la afición por los coches americanos que tienen por allí. Hasta una réplica modesta de una estación de servicio vimos. Dormimos junto a la estación de tren.

Imitación de una estación de servicio americana en Ed
Locura en Ed con el lifestyle americano

La sorpresa salta en Bengtsfors donde en un parque encontramos un baño público completo donde nos damos una ducha gloriosa. En contra, al amanecer, unos chavales nos despiertan dando trompos y chirriando rueda con sus coches. Fin de fiesta.

Ducha pública en Bengtsfors
Ducha gloriosa en Bengtsfors, ojalá lo mismo aquí

Naturaleza salvaje en Malung donde incluso nos quedamos sin cobertura, pero ni falta que hace. Por la mañana paseo entre las típicas cabañas suecas en un paisaje de cuento.

Noche y fogata en Luspholmen
En Malung tocaba noche junto a la fogata y el lago

Noche en Sveg. En Luspholmen hacemos una fogata a la orilla del lago. Es curiosa la costumbre que tienen por esos lares de dejar siempre algo de leña apilada por si el que viene detrás la necesita. No estamos acostumbrados.

Cabañas típicas suecas
Cabañas típicas suecas junto al río

Otra noche de pasada en Jokkmokk. En Vittangi vemos nuestra primera y tenue aurora boreal, a pesar de ello nos quedamos con la boca abierta.

Paisajes de Suecia
Los brutales paisajes de Suecia

Y así pasamos brevemente a Finlandia, concretamente a la población de Enontekiö, vemos renos por todas partes y aprovechamos que usan el euro para gastar los que nos quedan y abastecernos para el tramo noruego.

Noruega

Nuestra primera parada en Noruega es la población de Alta junto a una zona de pesca con caravanas y pescadores con todos sus pertrechos. El paseo mañanero fue épico, impresionantes paisajes.

Honningsvåg
Iglesia en Honningsvåg

Por fin Honningsvåg, la última población habitada antes de llegar a Cabo Norte. Pueblo típico pesquero, lleno hasta los topes de turistas que luego acceden a Cabo Norte en autobús. Nos separan 30 kilómetros de nuestro objetivo.

Renos por la carretera
Renos por la carretera

Al día siguiente regresaríamos al pueblo para poner gasolina y conocerlo. Tres recuerdos de Honningsvåg:

  1. Infestado de turistas. Sobre todo de los de crucero.
  2. Me escandalicé por el precio de la gasolina, a 1,72€ el litro. No quiero imaginar lo que costará ahora.
  3. Una señora mayor, desde el balcón de su casa, quejándose amargamente de la cantidad de gente que pulula por todas partes y que no le permite disfrutar de la paz.
Puerto pesquero de Honningsvåg
Puerto pesquero en Honningsvåg

Pero eso pasará mañana. Hoy son poco más de las 5 de la tarde. Hace sol y el clima es más que aceptable, los partes meteorológicos para los días siguientes no son muy buenos, decidimos subir ya. La tarde es perfecta. Es el 3 de septiembre de 2019.

Cabo Norte

Me impresiona especialmente el túnel que pasa a más de 200 metros bajo en nivel del mar para acceder a la isla de de Magerøya. Son casi 7 kilómetros con una bajada y subida brutal, La Vane iba más lenta aún si cabe.

Carretera a Cabo Norte
Carretera a Cabo Norte

El paisaje quita el hipo. Impresionantes fiordos nos saludan a un lado y otro, casi no hablamos. No hay ya vegetación, vemos algunos renos campando a sus anchas. Unos 6 kilómetros antes de llegar a Cabo Norte hay un aparcamiento, decidimos que allí pasaremos la noche al regresar.

Túnel a Cabo Norte
Túnel a Cabo Norte

Por fin vemos el recinto donde nos espera la famosa bola del mundo. Hace sol, viento y estamos a unos 8 grados de temperatura.

Al llegar a la barrera pretenden cobrarnos 52 euros por acceder en vehículo al recinto. Sabemos que quienes llegan a pie (muchos lo hacen dejando el coche en el aparcamiento que os mencioné antes) o en bicicleta no pagan entrada.

Cabo Norte
Atardecer BRUTAL en Cabo Norte

Damos la vuelta. Recuerdo que apenas a unos 200 metros había un coche astutamente aparcado en la única zona plana del lugar. Un espacio pequeño, pero con una minúscula cuneta ideal para La Vane. Logro aparcar, no sé si podré salir luego.

Nos abrigamos y allá que vamos. Nos emocionamos. Sentimos en aire fresco en nuestras caras. Estamos en el punto más al norte de continente al que se puede llegar en vehículo. Más de 7.000 kilómetros nos separan de nuestro país.

Es IMPOSIBLE describir con palabras las emociones. Recorrimos cada rincón del recinto. Entramos al centro de recepción para ir al lavabo. Nos habría encantado tomar un café con leche calentito, pero amigos, 8 euros por cada uno. Luego nos lo hacemos en la furgoneta.

Dos Nómadas en Cabo Norte
Dos Nómadas en Cabo Norte

Nuevo recorrido completo antes de volver a la furgoneta. Nos prometemos volver. No nos hemos ido y ya queremos volver, como somos.

Me subo a La Vane, totalmente escorada a babor, y dudo un segundo sobre si seré capaz de sacarla de allí. Pero bueno, es una máquina, pongo marcha atrás y casi sin esfuerzo remonta la cuneta. Damos un último vistazo a Cabo Norte.

Aparcados en Cabo Norte
Aquí nos dormimos mecidos por el viento

Recorremos los 6 kilómetros hasta el aparcamiento en silencio, tan solo mirando el paisaje, soñando despiertos.

El viento es brutal. Menea la furgoneta como si fuese un simple barco de papel. Por la ventana vemos unos ciclistas dispuestos a pasar la noche en tienda de campaña. Sujeta a duras penas mientras es castigada por el fuerte viento. Así, mecidos por el aire, nos dormimos.

Al día siguiente comienza otra aventura. Recorrer toda Finlandia de norte a sur para tomar un ferry que nos ha de llevar a Estonia… pero eso os lo cuento todo la semana que viene.

Deja un comentario

Artículo añadido al carrito.
0 artículos - 0,00