Ya os expliqué en otro artículo que los cementerios son un punto de referencia para nosotros. No solo porque en ellos encontramos recursos como agua, electricidad y lavabos, sino porque también nos dicen muchas cosas de las costumbres de cada país.
Siempre he pensado que la cultura mortuoria dice mucho sobre la vida de los sitios y personas por los que pasamos y conocemos. Sigue leyendo y verás la de anécdotas en cementerios que hemos vivido.
El cementerio del bosque en Letonia
Durante nuestro paso por Letonia visitamos algunos cementerios pero sin duda el que más nos impactó fue uno que casi nos saltamos. Llevábamos circulando unos kilómetros por una pista de tierra embarrada que nos debería dejar a la entrada del Parque Nacional de Kemeri.

Al final del camino llegamos a una explanada con una especie de cabaña con un par de lavabos portátiles donde pretendían cobrar 2€ por aparcar sobre el barro. Así que me di la vuelta, había visto un espacio con más coches aparcados apenas 150 metros atrás.

Aparcamos, visitamos el parque y al regresar a la furgoneta reparé en algo, unos carteles plastificados grapados en los árboles, imposible saber que anunciaban, pero eso nos hizo encontrar un pequeño sendero que nos descubrió uno de los cementerios más alucinantes que hemos visto nunca.
Integrado en el bosque
Conforme avanzábamos por el sendero nos íbamos quedando más sorprendidos por lo que veíamos. Creedme que las fotos no hacen justicia al lugar ni al ambiente que lo rodea.
Las tumbas, la mayoría, estaban cuidadas y perfectamente alineadas en algunas zonas. Encontramos todo tipo de estilos, desde las típicas rodeadas de valla de forja, hasta una enigmática línea de cruces hechas de hormigón y de tamaño reducido cubiertas de musgo.

Dabas la vuelta a un árbol y te encontrabas con la última morada de una pareja que vivió hace decenas de años y que allí descansaba. Junto a algunas de las tumbas se podían ver pequeños bancos para poder sentarte y hablar con aquellos que ya no estaban entre nosotros.
El día estaba cubierto y gris, acompañaba. Además, en aquellos días estaba leyendo el libro La vuelta al mundo en 80 cementerios de Fernando Gómez Hernández y andaba yo totalmente ambientado. Si alguna vez pasáis por allí no dejéis de hacer una visita al lugar.
Ataúdes a la vista en los cementerios de Portugal
En España cuando caminamos por las avenidas de nichos, tras los cristales, vemos las lápidas de mármol con los nombres de quienes allí reposan grabados en las mismas. En Portugal la cosa cambia.
Aparcamos en Portimao y dimos unas cuantas vueltas buscando una fuente de agua para llenar nuestros bidones. Cuando vimos que era misión imposible miramos el GPS y descubrimos que apenas a 5 minutos a pie estaba el cementerio de la ciudad, así que para allá nos fuimos.

Caminando por las calles con muros plagados de nichos reparé en algo que me dejó parado. Casi todos los nichos tenían puerta de cristal, pero tras la misma no veías lápidas, lo que se veía era directamente el ataúd ¿Cómo era eso?
Los ataúdes estaban cubiertos de una especie de tapete, sábana bordada o paño de terciopelo según donde mirabas. En algunas ocasiones veías el ataúd y a los pies, cerca de la puerta de cristal, una foto de quien allí reposaba.

No he sido capaz de encontrar información al respecto, pero imagino que los ataúdes se sellan de alguna manera para evitar la expansión de los olores propios del proceso de descomposición. Si alguien sabe algo al respecto que deje un comentario al final del artículo.
El misterio de los nichos pequeños
Pensamos que al igual que ocurría en el cementerio de Comillas en Cantabria, había un espacio habilitado para los niños, pero al acercarnos y dar un vistazo nos dimos cuenta de que, por las fechas, los que allí descansaban eran personas adultas.
Curioseando por el camposanto vimos un edificio y husmeando por las ventanas descubrimos estanterías que albergaban ataúdes en miniatura, deducimos entonces, no sé si estaremos en lo cierto, que posiblemente los pequeños ataúdes guardaban en su interior los huesos de huéspedes de nichos grandes que, para hacer espacio, eran cambiados de emplazamiento.
El cementerio francés
En el artículo anterior a este os contaba del despiste que nos llevó a atravesar, sin darnos cuenta, la frontera con Francia circulando durante un par de horas por tierras galas.

En ese trance nos encontrábamos cuando a la derecha de la carretera un pequeño cementerio llamó nuestra atención. De nuevo el día estaba gris, había llovido y el ambiente era oscuro y frío. Ideal para deambular entre tumbas.
No tenía el lugar nada en especial salvo la costumbre de cubrir las lápidas con recuerdos que los familiares y amigos dejaban sobre ellas con mensajes de cariño a aquellos que habían abandonado este mundo.
La macabra escultura del cementerio de As Pontes de García Rodríguez
En medio del pueblo está el cementerio viejo, totalmente copado y siempre concurrido. No era raro ver a abuelas con sus nietos adecentando el nicho del abuelo o de otro familiar, sin duda el contacto con la muerte en Galicia es mucho más estrecho que en otros lugares de España.
Pero “la chicha” no se encuentra en este cementerio, está en el nuevo. Para llegar al mismo tienes que ir en coche, nuestra amiga Loli -seguidora en Facebook de nuestro viaje- nos recomendó la visita al lugar y sobre todo a no dejar de ver la escultura que adornaba el camposanto.

Según me cuenta Loli la escultura se encontraba al principio a la entrada, pero debido a lo macabro de la misma y a las quejas de los vecinos de As Pontes, se decidió retirarla al fondo del cementerio para evitar el impacto visual del visitante ante la imponente obra.
Las fotos hablan por si solas, es una escultura de metal de dos metros de alto con un esqueleto -la muerte- que amamanta un bebé recién nacido.
Cementerio de Comillas
Recordáis cuando os comentaba sobre los nichos pequeños del cementerio de Portimao, pues aquí sí que pertenecen a niños. Sobrecoge ver algo así. Una construcción llena de pequeños nichos donde reposan niños cuyas vidas se llevaron también parte de la de sus padres al dejar este mundo de forma tan prematura.

Aparte de ese rincón del cementerio, que merece una visita, os recomiendo hacerla a todo el recinto. El lugar fue una iglesia gótica y su aspecto es obra del arquitecto Lluís Domènech i Montaner. Repito, todo un destino de necroturismo que no debéis perderos si andáis por la zona.

Cementerios nórdicos
Los cementerios nórdicos son quizás los más integrados en la vida de los ciudadanos de cada pueblo o ciudad. Ha habido ocasiones en que andas caminando por lo que te parece que es un parque de la ciudad y apenas observas un poco te das cuenta que no, que estás en el cementerio.

Muchos de ellos no tienen vallas o muros, simplemente un arco de piedra o metal o paseo franqueado por árboles que te sumergen en el reino de los muertos sin apenas darte cuenta.
En estos países está totalmente extendida la cremación, por tanto los cementerios son lugares plagados de pequeñas lápidas incrustadas en el suelo bajo cuyo liviano peso reposan las urnas que contienen las cenizas de aquellos que se fueron.

Me parecieron, con diferencia, los menos dramáticos y mejor integrados en la vida diaria de la gente, lugares con bancos y espacios abiertos en los que no es complicado ver animales caminando por el lugar, donde puedes sentarte para disfrutar de una buena sombra y del silencio.
Necroturismo
Tiene un nombre un tanto fúnebre, nunca mejor dicho, pero sin duda es muy interesante y son muchos los cementerios que incluyen visitas guiadas a los mismos como un atractivo turístico más. Os recomiendo también la lectura del libro Polvo Eres de Nieves Concostrina, lleno de anécdotas de “cadáveres inquietos” y sus periplos por múltiples camposantos entre otras peripecias.
Es cierto que es un turismo alternativo, pero cada vez genera más ingresos. En Madrid existen visitas guiadas al cementerio de La Almudena, que es el más grande de Europa y alberga tumbas de numerosas personalidades y famosos.

También existe visita guiada en el cementerio de Soller en Mallorca. Fuera de nuestras fronteras es más habitual este tipo de visitas turísticas, os recomiendo leer el mencionado La vuelta al mundo en 80 cementerios, encontrarás referencias a decenas de necrópolis repartidas por todo el muno.
Y vosotros ¿Sois de cementerios? ¿Os atrae este tipo de lugares? Dejad vuestros comentarios que me quiero enterar de todo. Ah, y recordad compartir este artículo, que nos ayuda mucho a seguir escribiendo.
Hola, hablando de cementerios , que a mi también me gusta pararme y visitarlos, recuerdo que en Bragança ( Portugal), nos llamó también mucho la atención el ver los ataúdes a la vista dentro de los panteones o nichos. Tuvimos ocasión de hablar con el enterrador y preguntarle cómo o si era legal tenerlos así ( obvio, pero…). Nos comentó que fue así siempre y que en los ataúdes de madera, meten otro de zinc totalmente hermético.
Otro cementerio curioso es el de Dumbría ( Galicia), donde las » tapas de cierre» de los nichos ( lápidas) son de colores vivos. Muy sorprendente en una tierra y zona donde la muerte está vinculada muchas veces a la tragedia. Tengo entendido que se vendieron todos y muy rápido. Me gustó muchísimo esa idea de quien lo proyectó.
En todos, me parece curioso los apellidos que más frecuentan, ligados a las familias de la zona…etc
Hola María José.
Curiosa e impactante costumbre fúnebre la de Portugal. Gracias por la información que aportas. Tenemos pendiente regresar…
El cementerio de Dumbría no lo conozco, pero he buscado fotos y me parece como poco «peculiar». Es como la escultura del cementerio de As Pontes, extraña, tétrica y quizás algo fuera de lugar.
En el caso de Dumbría parece más la cristalera de una escuela infantil, desde luego no un cementerio. Los gallegos son muy especiales para estas cosas.
Gracias por comentar y por compartir estas cosas.
Javier