En nuestra ruta por España hicimos tres salidas a nuestro país vecino, Portugal. Norte, centro y sur.
Para no interrumpir la narración del viaje voy a relataros en esta publicación nuestro paso por Obrigadoland y las cosas que nos llamaron la atención de las tierras lusas.
En el último artículo dedicado a Galicia acabamos con La Vane subida a un ferry que nos lleva desde A Guarda hasta Caminha, ya en Portugal. Seguimos viaje entonces.
Primera toma de contacto con Portugal
Tras un breve trayecto en ferry disfrutando de la brisa y el sol, llegamos a Caminha y como estábamos los primeros para bajar salimos rodando dirección a nuestro primer destino en Portugal, Viana do Castelo. Cristina había encontrado un buen sitio para dormir, aún buscábamos los sitios a golpe de satélite y Google Maps, no conocíamos Park4Night, así que la plaza de toros se iba a convertir en nuestra casa esa noche. Y la siguiente.

Llegamos a Viana do Castelo sobre las 7 de la tarde. Todo cerrado. Era martes pero todo estaba desierto, el centro del pueblo estaba vacío, parecía un domingo por la mañana. Descubrimos entonces que a las 7 de la tarde la mayoría de comercios en Portugal cerraban sus puertas. Al final encontramos un supermercado con “horario español” y pudimos comprar algo para merendar.

Vagamos por el pueblo durante poco más de una hora y nos fuimos hasta la plaza de toros, que estaba a pocos metros de la playa. Allí descubrimos que las duchas funcionaban y aunque solo había agua fría allá que nos fuimos, al amparo de la noche para ducharnos y meternos después en la cama frescos y relajados.
La biblioteca de la NASA está en Viana do Castelo
Al día siguiente necesitábamos cargar portátil, baterías y móviles así que buscamos en el móvil la ubicación de la biblioteca, si es que allí había, para poder realizar esas tareas. Alucinamos.
La biblioteca era un enorme edificio hecho en metal, cemento, mármol y cristal que impresionaba. Pero no era nada, al entrar parecía que accedías a la NASA o un pulcro e impoluto hospital. Silencio, mármol en los suelos, todo reluciente. Al fondo parece que hay un mostrador de Travertino enorme donde parecen asomar un par de cabezas, para allá que vamos.
El idioma no es problema, hablan español y nos dan la bienvenida. Nos indican dónde podemos instalarnos y nos invitan a conectarnos al wifi que es en abierto. Así que elegimos una mesa enorme de madera llena de tomas de corriente y allí desplegamos el tenderete: portátil, baterías (powerbank) y los móviles.
Ya llevábamos a nuestras espaldas decenas de bibliotecas recorridas en España, todo muy bonito hasta que toca conectarse al wifi y navegar literalmente a menos de 1MB de ancho de banda… íbamos a flipar. Aquello literalmente VOLABA. Hago un test de velocidad y me da una velocidad de descarga de 600MB, lo mismo de subida, en dos palabras IM PREZIONANTE.
No lo sabíamos entonces, pero en años de vida nómada sería la única vez que disfrutaríamos de algo así. También en Portugal, esto era una excepción.
Nos vamos a Porto
Tras un par de días en Viana do Castelo para hacer una toma suave de contacto con nuestro primer país extranjero, decidimos que era momento de ir a por un TOP del turismo: OPORTO (Porto). Me dice Cristina que incluso hay un área de autocaravanas gratuita a unos 15 minutos a pie de la ciudad. Genial, vamos para allá.

Llegar a Porto por carretera y atravesar la ciudad pasando por el Ponte Dom Luís I (diseñado por un discípulo de Gustave Eiffel) es algo que, amigo viajero, no deberías perderte y hacerlo al menos una vez en la vida si viajas a Portugal. Allá estábamos, subidos en un Vanette del 94 y atravesando el puente mientras esquivábamos a turistas que desbordaban de las aceras y circulaban de lado por la calzada.

Ah, otra sensación es, paseando, subir hasta Serra do Pilar y ver el puente en todo su esplendor desde las alturas. De verdad, merece la pena.

Si eres pudiente puedes gosarlo dando una vuelta en helicóptero sobrevolando el río Duero, el puente y la ciudad. Justo en frente del área de autocaravanas estaba la plataforma desde donde cada dos por tres despegaba el cacharro lleno de turistas. Es el Portugal viajando con perras.
El “área de autocaravanas” de Porto
Ojo, ojito, ojete con el “área de autocaravanas” de Porto viajeros. Jajaja…
En realidad se trata de un viejo descampado a pie de calle donde se ubicaba una vieja fábrica que fue derruida en su día y cuya superficie recibe tal nombre. No hay NADA. Restos de escombros, un poco más de basura de la que me gusta ver en lugares así y ni un solo servicio para autocaravanas o campers.
Tampoco vas a encontrar agua, ni zonas de descarga de grises o negras o tomas de corriente. Es un simple descampado, nada más. Eso sí, nosotros disfrutamos del lugar, del ir y venir de furgonetas, autocaravanas, campers, coches camperizados y otros inventos. Solo por eso merece la pena pernoctar allí.
Porto merece mucho la pena
Si sois de caminar, no tenéis miedo a las subidas y bajadas, y no os da respeto meteros en bares locales lejos de las zonas turísticas: Porto es una maravilla. Puentes por todas partes, el Duero que atraviesa la ciudad, Patrimonio de la Humanidad, su catedral e iglesias. En fin, no voy a ponerme a nombrar lugares y rincones porque eso ya lo ha escrito un montón de gente antes que yo, no os descubro nada en ese sentido.

Esto es la narración de un viaje ¿no?, pues dejemos el ‘turisteo’ para que cada uno de vosotros lo descubráis de la manera que os guste. Sigamos viaje.
Un café en Braga
Ojo que induce a confusión, pero está bien escrito, Braga, que no bragas… aún tengo algo de decoro al tomar este brebaje de dioses. También tomo el consomé con un huevo dentro. Bueno, eso.
Braga era parada de regreso o retirada de nuestra primera incursión en Portugal. Ciudad preciosa, limpia y de nuevo con un “área de autocaravanas” al estilo Porto. Básicamente una especie de parque donde te dejan pernoctar y que recibe esa rimbombante definición. De nuevo no hay forma de desaguar, ni ningún otro servicio. Amén de estar pegada a una carretera que tiene un tráfico salvaje casi todo el día.
Si eres de sueño delicado llévate tapones, no paran de pasar coches todo el rato.

¡Hay agua!… pero debes disponer de tiempo en tu vida para llenar los depósitos del preciado líquido. La fuente deja escapar un hilo de agua que hacía casi imposible llenar nuestros bidones. Con una bolsa de plástico, un trozo de tubo y un palmo de alambre fabrico un improvisado sistema que lleva el hilo de agua al bidón sin ser necesaria mi presencia. Tengo que llenar 4 bidones de 8 litros.
Al segundo bidón pongo el cronómetro a funcionar: 20 minutos para 8 litros de agua. Casi hora y media para llenar nuestras reservas. La vida.

La zona está junto al Santuario do Bom Jesús, que también visitamos y recorrimos. Recomendable, sobre todo si os gusta subir escaleras, os vais a hartar.
El precio del café en Portugal
No sé si será igual en todas partes, pero el precio de un café es casi la mitad que en España.
Dando una vuelta por Braga decidimos entrar en una cafetería que vemos con muy buena pinta. Nos sentamos y pedimos un par de cafés que degustamos sin prisas. Dos expresos que están perfectos, muy buenos.
Llega la hora nona de un catalán, pagar, y me dirijo a la barra donde pregunto ‘qué se debe’:
– Me cobras por favor…
– Sí, es 1,40 euros.
– Hemos tomado DOS cafés, no uno…
La muchacha me mira con una medio sonrisa, no debe ser la primera vez que le pasa:
– Es correcto, el precio es de 70 céntimos cada café señor.
Viajeros cafeteros, café en Portugal: SÍ
Última parada Bragança
La primera incursión está a punto de concluir. Paramos en el área de autocaravanas de Bragança para pasar la última noche de la misma en Bragança. Al día siguiente nos espera nuestra querida Salamanca.
El área es por fin un área de verdad. Con agua y zonas de desagüe, como debe ser. Apenas dimos un paseo por el pueblo, estábamos cansados y tras cenar montamos la cama y a dormir.
Por la mañana desayuno al solecito y camino de Salamanca. Nuestra primera vez en Portugal había sido todo un éxito.
Segunda incursión en Portugal, vamos a por la capital
Ha pasado un mes desde nuestra primera toma de contacto con el país vecino. Tras pasar la noche anterior en Valencia de Alcántara, Cáceres (donde nos echaron por primera vez de un área de autocaravanas, lo leerás en el artículo que publiquemos tras este que estás leyendo) atravesamos de nuevo la frontera para ir a parar a Marvaõ.
Corrupción en Marvaõ
Es una coña, ojo, pero nos pasó algo que podríamos calificar al menos como “peculiar”. Llegamos a Marvaõ y aparcamos en una pequeña y agradable área de autocaravanas con mesas de madera e incluso una pica con agua para poder preparar comida. Sin desagües pero bueno, no se puede pedir todo.
Me gustaría puntualizar que cuando hablo de zonas de desagüe de aguas grises y negras lo hago de cara a autocaravanas y campers con esa capacidad. La Vane tan solo tiene 4 bidones de agua de 8 litros y para de contar. Dicho esto, sigamos.

Este pueblo de Portugal es una delicia, hace una tarde soleada y con temperaturas suaves. Cristina se harta de hacer fotos a puertas y ventanas, cada una más bella que la anterior. Tiene un Instagram dedicado a puertas y ventanas, se está poniendo las botas.
Vemos que por la carretera de acceso al pueblo hay muchos castaños y pertrechados de una bolsa vamos recogiendo lo que más tarde se convertirá en nuestra merienda tras pasar por la sartén. Ricas castañas. No son muy grandes pero recogemos las suficientes para darnos un pequeño homenaje.
Y en esas estábamos cuando de repente pasa una destartalada furgoneta llena de mugre que tras sobrepasarnos, os recuerdo que nosotros vamos a pie, frena en seco a unos 50 metros de donde estábamos y se baja de la misma un no menos mugroso elemento que emprende carrera hacia nosotros.

Nos quedamos expectantes ¿ánde vas muchacho?… el tipo debe estar jubilado hace unos años pero se mueve con la agilidad de Neo en Matrix esquivando las balas. Cuando ya está a apenas 10 metros de nosotros se agacha junto a una señal de tráfico y coge “algo” que está oculto al pie de la misma. Ni nos mira. Con el preciado “algo” en sus manos emprende grácil y pizpireta carrera hacia la mugre-neta a la que se sube de un salto y aquello arranca quemando rueda para desaparecer de nuestra vista en la siguiente curva.
Todo esto ha pasado en apenas 30 segundos. Lo he “floreado” un poco, para solaz y esparcimiento del lector, pero así sucedió.
Évora o Roma ¿Dónde estamos?
Al día siguiente, tras un pantagruélico desayuno, compuesto de café y unas tostadas con ajo y aceite montamos raudos con dirección a Évora.
Hago la coña de Roma porque en Évora existen los restos de un templo romano (Templo Romano de Diana) que fotografiamos desde al ángulo adecuado y que publicamos en Instagram causando cierta confusión entre nuestros sufridos seguidores que pensaron que nos habíamos vuelto locos y viajado a Italia. Ya recorrimos Italia hace relativamente poco pero por desgracia en circunstancias menos amables. Qué tiempos estamos viviendo, en fin, sigo.
En Évora nuestra casa será un descampado a las afueras donde la segunda noche el lugar toma vida y vemos pulular personajes de dudosa reputación y comerciantes del gremio de las harinas y otros refinados.
A destacar también su preciosa biblioteca. Paredes revestidas de madera y estantes llenos de cientos de ejemplares esperando a ser leídos. Las mesas son las clásicas que vemos en las películas, de madera y con sus lámparas en latón con vidrios en blanco y verde. A pesar de tener los suelos también de madera me sorprende el silencio de la gente al moverse por el sitio.
Tras un par de días ponemos rumbo a nuestro siguiente destino, Lisboa, la capital.
Espantá en Lisboa
La primera toma con Lisboa es agridulce. La atacamos quizás por donde no debíamos y cuando llegamos a donde debíamos pernoctar vimos que no era el lugar adecuado debido al tráfico intenso y a estar en medio de una zona demasiado turística.

Decidimos ir a un supermercado Lidl cercano a por una cerveza para tomar en un parque cercano y ver con más calma lugares para dormir más discretos y tranquilos. Pero la cosa fue a peor.
Los alrededores del supermercado eran una jungla de personajes de todo pelaje. Prostitutas, gorrillas con malas pintas y sujetos a medio camino entre Carmen de Mairena (DEP) desmejorada y Cañita Brava pasado de vueltas. Una postal el sitio.

Creo que debemos atacar Lisboa desde otra perspectiva. Como digo aún no conocemos Park4Night y no somos capaces de dar con un sitio que nos parezca bueno, así que tomamos la decisión de buscar un pueblo cerca, los pueblos son siempre mejor, y venir a pasar el día a la capital.
Sintra
El pueblo elegido es Sintra. Es también muy turístico pero encontramos un aparcamiento que al estar ya fuera de temporada, es 15 de noviembre, es gratuito. Tiene bastante movimiento, pero es tranquilo sin gorrillas ni gente rara rondando por allí. Ideal.
Sintra es muy turística, nos llama la atención la locura de los tuc-tuc que circulan como si estuviesen en las 24 Horas de Le Mans. Uno de ellos nos pasa por una carretera tomando la curva de tal manera que una de sus ruedas queda literalmente en el aire. Nos mira y se le escapa una sonrisilla demoniaca mientras lo perdemos de vista.

Como ya os comenté antes Dos Nómadas no pretende ser una guía turística así que no hago mucho hincapié en los sitios que visitamos, para eso ya están otros viajeros que lo hacen muy bien. A estas alturas poco os vamos a descubrir de un sitio que no sepáis ya. Y menos si hablamos de Portugal.
Dicho esto en Sintra pasamos por todos los sitios: palacios (Queluz, Da Pena, Monserrate, etc.), Castillo de los Moros, conventos e iglesias. La experiencia se vio un poco mermada por la cantidad de turistas pululando por sus calles, pero sin duda merece la pena perderse por sus callejuelas y, si puedes, buscar un rincón al resguardo del bullicio guiri que te permita respirar un poco de Sintra de verdad.
Ahora sí, Lisboa
Tenemos sentimientos encontrados con Lisboa. Como todas las grandes ciudades tiene ese sabor agridulce producto de la masificación y, en este caso, del deplorable estado de sus paredes y calles. Todo lleno de pintadas y sucio, basura en cada rincón. En fin.
Quizás sea todo eso lo que le da ese aspecto de cierta decadencia y “tristeza”, los portugueses no son una chispa que digamos, que conforma el sabor de la ciudad.
También tuvimos mala suerte pues nos cayó una tormenta bestial, parecía que se habían dejado el grifo de las nubes abierto y sin miedo a recibo del mes siguiente. En todo el viaje hasta ese momento no habíamos visto llover de tal manera.
Por todo esto creemos que tenemos algo pendiente con Lisboa y tenemos que regresar para darle, y darnos, una segunda oportunidad. Sabemos que es todo mucho mejor que lo que vimos y hay que reconciliarse con la bella Lisboa.
De regreso a España
De Lisboa nos fuimos hasta Estoril, pero fue imposible ver nada. Lo único que recordamos de Estoril es el aparcamiento donde pasamos la noche mecidos por el viento y la lluvia, estaba en un acantilado y las vistas eran impresionantes, el mar estaba totalmente fuera de si. Pedazo de temporal.
Salimos de Estoril lloviendo pero al llegar a nuestra siguiente parada, Setúbal, el cielo se despejó y volvimos ver el sol. El pueblo costero nos pareció encantador, igualmente con el mismo problema de tener sus calles llenas de pintadas, pero con la tranquilidad que tienen siempre los pueblos.
Hicimos un par de noches en Setúbal y enfilamos a nuestro último destino en esta segunda incursión al centro del país luso, Beja. Allí pasamos una noche, usamos su biblioteca y al día siguiente regresamos a España, Fregenal de la Sierra nos esperaba. Decimos hasta pronto a Portugal.
Sur de Portugal, última incursión
Apenas han pasado poco más de 20 días desde que salimos del centro de Portugal, estamos a 29 de diciembre y el plan es recibir 2019 en Sagres. No tenemos ni idea de que íbamos a pasarnos esa semana en Portugal empujando a La Vane. Os cuento.
Nuestra primera parada tras salir de Trigueros en Huelva y entrar en Portugal será Ançao, junto al mar, en un aparcamiento desierto, por fin un poco de tranquilidad. Es diciembre pero el clima es suave, sigo yendo en pantalón corto y camiseta, despedimos al sol en lo alto de una duna. Tan solo acompañados por el sonido del mar. Dormimos como bebés.
¡Trata de arrancarlo Carlos!
Nos levantamos y desayunamos al sol con una suave brisa de aire templado muy agradable. Cuando terminamos con todas las tareas furgoneteras nos subimos a La Vane y damos el contacto. Como toda respuesta recibo unos clics pero el motor de arranque no gira ¿Se habrá descargado la batería? Portugal, nos dice hola.
Saco herramientas y procedo, con paciencia, a quitar la batería principal de su sitio y la sustituyo por la secundaria. Esta última es de la marca Tudor, está nueva y cargada. Seguro que es eso, la batería principal era la que tenía la furgoneta cuando la compramos, es marca La Pava y seguro que ha dicho que de aquí no pasa.
Pues nada, recogemos todo de nuevo, nos montamos, contacto y… clic-clic-clic-clic ¡¿Pero esto qué es?!
Una cosa tenemos clara, la batería no es. Una puede estar cascada, dos ya no es tan probable. Pasamos al plan B, intentar arrancar con embrague pisado y soltándolo con la segunda marcha puesta. Está jodido porque estamos en un sitio plano y La Vane pesa más de una tonelada.
Como Cristina no sabe conducir y el sitio es plano le digo que intente empujar ella y yo soltar el embrague, pero es imposible, no puede ni mover todos esos kilos así que cambio de planes. Le explico brevemente ,en un mini-curso acelerado sobre como funciona un vehículo con marchas, lo que tiene que hacer y me dispongo a empujar yo.
La magia se da y La Vane arranca a la primera. Está claro que algo eléctrico falla y eso hace que, mientras el motor calienta un poco, hablemos de qué hacer.
– ¿Y ahora qué? ¿Regresamos? – me dice Cristina –
– Ni de coña, yo no regreso… -silencio tenso, bueno tenso no, simplemente Cristina mirándome como si hubiese perdido la presencia de espíritu-
– Tenemos más de una semana por delante ¿Cómo nos lo montamos?
Entonces meto primera y le digo:
– Fácil. Aparcando en sitios cuesta abajo.
Inicio la marcha y tomo rumbo a Sagres.
Sagres. Adiós 2018, hola 2019.
Llegamos a Sagres y nos encantó. El aparcamiento donde recibiríamos el 2019 estaba lleno de autocaravanas y furgonetas surferas. El ambiente era totalmente relajado, poco turismo y gente disfrutando del mar. Daba gusto pasear por sus pocas calles.

Hicimos la caminada hasta el Cabo de San Vicente y pasamos esos dos días totalmente relajados. El día 31 de diciembre nos montamos una mini-cena de fin de año. Como en Portugal el uso horario es una hora menos llamamos a las 11 en Portugal, las 12 en España, para felicitar el nuevo año a la familia.
Y cuando daban la 1 en España nosotros alzábamos nuestras tazas overlanders con cava para recibir el 2019 entre las ovaciones y gritos del resto de nuestros vecinos.
Lagos y Portimaõ
Recién estrenado el 2019 partimos hacia Lagos. Como en Sagres estamos aparcados en pendiente no es problema arrancar, incluso un alemán nos hecha una mano empujando.
En Lagos toca el mismo ritual ya habitual en esta incursión a Portugal, aparcar enfilados cuesta abajo, visitar el pueblo y su biblioteca. Básicamente hacemos noche y nos abastecemos.

Al llegar a Portimaõ repetimos el ritual de aparcamiento. Estamos faltos de agua y por más que buscamos no encontramos ninguna fuente cercana. Finalmente Cristina me dice que mirando el satélite ve que estamos a apenas 5 minutos a pie del cementerio, así que cogemos un par de garrafas vacías cada uno y para allá que vamos. En los cementerios casi siempre hay agua y en muchas ocasiones tomas de electricidad.
En el cementerio descubrimos una curiosidad funeraria que puedes leer en nuestra artículo Cementerios, da un vistazo. También encontramos agua. Pasamos el día en el pueblo y a dormir.
Adiós Portugal
Salimos de Portimaõ con destino Faro. Aparcamos de nuevo cuesta abajo y cerca del mar y las vías del tren. Paseamos sin ir a ningún lugar concreto y regresamos a la furgoneta para cenar algo y dormir. Era nuestra última noche en Portugal.

Al día siguiente hicimos una breve para en Tavira para comer y entramos a España por Ayamonte, Huelva. Desde allí nos organizamos para solucionar el problema del arranque de La Vane ¿Qué le pasaba? ¿Conseguimos arreglarlo?

Portugal, amenazamos con volver. ¡Nos vemos en el siguiente artículo!