Galicia

Ah, Galicia… ¡Qué recuerdos! Sin duda una de las comunidades que más nos marcaron en nuestro viaje por España. Tenemos un montón de buenos recuerdos guardados de ella.

Por tanto voy a dedicar este artículo completo a Galicia y a las sensaciones que vivimos en esta fantástica comunidad durante casi los 2 meses que anduvimos por ella. A pesar del orvallo.

Ribadeo, nuestra puerta de entrada a Galicia

Tras pasar la última noche asturiana en Navia, entramos a Galicia por Ribadeo en la provincia de Lugo, nos dirigimos al faro de Isla Pancha donde aparcamos dispuestos a pasar unos días antes de visitar la Playa de las Catedrales.

Aparcados en Isla Pancha
Aparcados en Isla Pancha. Imagen que usamos en la portada de Salto al Vacío.

Teníamos fecha reservada puesto que en los meses de más turismo el acceso a las mismas está limitado a 3.000 personas diarias. Añadir que se trata tan solo de reservar y que, en julio de 2018 al menos, la entrada es gratuita.

Playa de las Catedrales
Playa de las Catedrales. Una imagen ya para el recuerdo.

Totalmente recomendada la visita a la Playa de las Catedrales. Si vais en temporada turística recordad solicitar el acceso desde la web oficial.

Mondoñedo

Tras tener una primera toma de contacto 100% satisfactoria con Galicia seguimos ruta hasta Mondoñedo, donde nos recibía un área municipal de autocaravanas un poco descuidada. Cristina y un servidor nos dedicamos a limpiar un poco la misma durante los días que estuvimos por ahí.

Catedral de Mondoñedo
Soportales junto a la Catedral de Mondoñedo.

De Mondoñedo resaltar algunas cosas:

Su catedral. Impresionante. Encajonada en una plaza con soportales y una especie de anfiteatro donde nos sentábamos a tomar una cerveza y charlar con la catedral basílica, dedicada al culto de la Virgen de la Asunción, al fondo.

La entrada a la catedral es libre, tuvimos además la suerte de disfrutar de su impresionante órgano. Se escuchaba hasta el fuelle en los momentos de silencio entre pieza y pieza.

Mondoñedo
La casa de El Rey de las Tartas en Mondoñedo.

Su biblioteca. Y su pobre bibliotecaria que hizo todo lo que pudo por que estuviésemos cómodos en un auténtico caos de biblioteca en la que nada funcionaba. Incluso estuve intentando ordenar el batiburrillo de cables que llegaban al router con el fin de revivir la conexión a Internet. Misión imposible.

El volumen de las “campanadas” electrónicas de la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios (Igrexa da Nosa Señora dos Remedios) que estaba junto al área de autocaravanas y era una auténtica escandalera cada vez que daba las horas.

Lugo

Desde Mondoñedo nos vamos a nuestra primera ciudad, Lugo. Donde el área de autocaravanas es un aparcamiento casi en las afueras de la ciudad. Aquí hacemos también un alto de varios días.

Aprovechamos para comprar la batería Tudor de 64A que se convertirá en nuestra batería auxiliar. Debo agradecer una vez más, y nunca será suficiente, la generosidad de Carlos Fernández de Saraworld que nos regaló todo lo necesario para poder disfrutar de la misma.

Calles de Lugo
A corretear por las calles de Lugo.

Este es el primer paso. En As Pontes de García Rodríguez recibiría los cables, relé separador de carga y fusibles que me faltaban, pero todo a su tiempo, sigamos con el viaje.

Sin duda muy recomendable la ronda por lo alto de la Muralla Romana, nosotros la dimos completa, y disfrutar del casco antiguo intramuros. De verdad un auténtico placer.

Muralla de Lugo
Recorrimos la Muralla de Lugo completa… a pesar del día.

También aprovechamos y buscamos una tienda de pinturas donde comprar algún barniz para proteger el techo de bambú de nuestra casa rodante. Con el paso de las semanas y la condensación habían aparecido pequeñas manchas de humedad en el techo de la cabina.

Obviamente el barniz no evita la humedad, pero hace que sea más sencillo limpiar sus efectos visibles sin dañar la madera y sin que esta se deteriore. Ahora tocaba encontrar un día adecuado para aplicarlo porque Galicia hacía honor a su fama y los días eran, mayoritariamente, plomizos y acompañados de orvallo.

A Coruña, As Pontes de García Rodriguez

Tocaba moverse de nuevo y As Pontes era nuestra nueva parada. Allí nos enviaban los componentes que nos faltaban para montar la batería auxiliar y nos esperaban algunas sensaciones nuevas:

Centro de As Pontes de García Rodríguez
As Pontes en un día esplendido.

El lago artificial junto a la central térmica. A modo de playa, con su arena y todo. Disfrutamos de una soleada tarde y un montón de gente que jugaba y practicaba deporte en la arena.

La curiosa escultura de la muerte amamantando un bebé que se encuentra ahora en el fondo del cementerio nuevo, pero que una vez franqueaba la entrada al recinto. Hablo de ella en el artículo dedicado a los cementerios (url). Parece ser que no era del agrado de los vecinos ¿Tú qué opinas? Da un vistazo y me cuentas.

Conocer a Loli y a su hija Aitana que nos abrieron las puertas de su casa para disfrutar de una ducha y acabamos comiendo juntos y charlando toda la tarde. Aún conservo la tortuga de juguete que nos regaló Aitana y que viaja con nosotros desde entonces.

Al día siguiente esperamos al transportista en la puerta de la oficina de Correos en As Pontes, que fue la dirección que dimos a los chicos de Madrid Camper para que nos hiciesen llegar los materiales para la instalación de la batería auxiliar. Gracias en especial a Rodrigo que tuvo el detalle de enviarnos los cables cortados a medida y con los terminales crimpados sin coste adicional.

Ferrol

Nos despedimos de Loli, Aitana y de As Pontes. Ferrol era el objetivo.

Esta parada debería repetirse unos días después para encontrarnos con un buen amigo, pero queríamos aprovechar para hacer algunas cosas en la furgoneta y callejear por la ciudad un rato.

El “área de autocaravanas”, en realidad un aparcamiento bastante desangelado, era enorme y parece que el tiempo nos daba tregua aprovechamos para desmontar el techo de bambú de la cabina, limpiarlo bien, secarlo al sol y aplicarle varias capas de barniz.

Por suerte nos acompañó el buen tiempo y la tarea se hizo bastante agradable. También, ya que estábamos, limpiamos la casa por dentro y por fuera.

Nuestros callejeos por Ferrol fueron agradables, no es una ciudad “bonita” en el sentido estricto de la palabra pero tampoco tan fea como nos habían dicho en muchas ocasiones.

Al día siguiente tocaba enfilar hacia nuevos horizontes. Nuestro objetivo era Carral pero al final acabamos en Ordes, en la puerta de un colegio que estaba apartado del bullicio del pueblo y que se convirtió en nuestra casa por un par de días. Al ser tiempo de vacaciones escolares estuvimos allí muy tranquilos.

Santiago de Compostela

Nos encantó. Qué más puedo decir. La Salamanca de Galicia. El aparcamiento estaba en un polideportivo bastante alejado de la ciudad pero como nos gusta andar no nos importaba.

Llegar a la Plaza del Obradoiro junto a decenas de peregrinos que acaban su Camino de Santiago es una sensación especial. No soy una persona religiosa pero sí bastante emocional y creas o no el ambiente se te contagia.

Plaza del Obradoiro en Santiago de Compostela
El día no acompañaba en Santiago, pero la atmósfera del sitio era increíble.

Santiago de Compostela nos recibe limpia y cuidada. El Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago ya se puede visitar tras haber sido restaurado pero las colas son enormes. Hemos decidido, sin haber marchado, que vamos a regresar a Galicia más adelante y que ver el pórtico puede ser una buena excusa para hacerlo.

Callejear por la ciudad, colarnos en sus facultades y tomar un café mientras ves la gente ir de un lado para otro, mezclados con los cientos de peregrinos que pululan por la misma, es una sensación que no deberías perderte. Nosotros lo disfrutamos con todos los sentidos.

Escapada relámpago

Una ex-vecina del edificio en que vivíamos en Vilanova i la Geltrú nos había invitado a pasar unos días con ella en Caleruega, un pueblecito precioso en Burgos, y se acercaba la fecha del encuentro.

La verdad es que se agradecía dejar por unos días el clima plomizo y lluvioso de Santiago de Compostela, así que iniciamos nuestra escapada a Caleruega.

Nuestra idea era hacer una primera parada en Villafranca del Bierzo, León, en su área fluvial, pero llegamos y estaba hasta los topes así que pasamos allí un rato agradable de descanso y partimos hacia Ponferrada, donde aparcamos en el área municipal de autocaravanas, otra vez un sencillo aparcamiento, que tenía una particularidad.

Castillo de Ponferrada
Visita al Castillo de Ponferrada.

El aparcamiento estaba pegado al albergue de peregrinos del Camino de Santiago. Entramos a preguntar si sería posible ducharse y nos dijeron que sin problemas. Y gratis. Qué más se puede pedir cuando viajas con presupuesto ajustado.

Aprovechamos también para visitar el castillo, casualmente es miércoles y la entrada es gratuita, también en el Museo de la Radio, Museo del Bierzo y el Museo del Ferrocarril. Menos el Museo del Bierzo pasamos por el resto.

Ponferrada fue también escenario de una de las vivencias amargas de este periodo del viaje, allí conocimos a Ruth. Os recomiendo leer el artículo dedicado a Ruth para saber de qué va todo esto.

De Ponferrada saltamos a León. Encontramos un aparcamiento tranquilo a las afueras de la ciudad y con un supermercado justo al lado. Allí conocimos a los chicos de Fulandeando que nos seguían en Instagram y viajaban en su Volkswagen LT28 del 86. Qué más se podía pedir.

Catedral de León
Impresionante la Catedral de León.

Visitamos la ciudad, la catedral y todo el casco antiguo de arriba a abajo. La sensación fue tomar una lata de cerveza y una simple bolsa de patatas fritas mientras iba anocheciendo. Tras un par de días nos disponemos a partir, nos espera Burgos.

En Burgos aparcamos en su área municipal de autocaravanas, que está justo al lado del Centro Comercial Camino de la Plata, un oasis con espacio de coworking totalmente gratuito. Dispongo de una mesa, enchufes, aire acondicionado y wifi.

Catedral de Burgos
Seguimos de catedrales, aquí la de Burgos.

Está en medio del paso de la gente, pero me sabe a gloria. Pasamos allí tres días para aprovechar y darle caña al libro. Mientras yo le ponía horas a aporrear las teclas Cristina aprovechaba para hacer turismo por la ciudad y hacerme de guía después. Cosa que se le da bastante bien gracias a su prodigiosa memoria y sentido de la orientación.

El día antes de marchar fui yo también para ver la catedral y caminar por las calles del casco antiguo con mi particular guía turística. Al día siguiente tocaba llegar hasta Caleruega.

Y dicho y hecho. Pasamos un par de noches en Caleruega, probamos el cordero hecho en horno de leña y disfrutamos de nuevo de la compañía de caras amigas. Y también de nuevo las despedidas.

Regresamos por el mismo camino que vinimos, pero hicimos parada para visitar Covarrubias y ya tirar a Burgos para hacer noche. Al día siguiente hicimos noche otra vez en Ponferrada y…

Ourense y Lugo, regreso a Galicia

Estábamos de nuevo en nuestra querida Galicia, en la ciudad de Ourense. La re-visitamos, ya habíamos estado allí hacía años en moto, pero para dormir mejor un sitio más tranquilo. Elegimos el bonito pueblo de Chantada, en Lugo, para pasar unos días.

Calles de Ourense
Callejeando por Ourense.

Chantada dispone de una pequeña área gratuita de autocaravanas en las afueras del pueblo, junto a un parque fluvial y un polideportivo con lavabos cerca. Ideal. Allí nos instalamos unos días para trabajar, hacer algunos envíos por Correos y disfrutar de la zona.

Ourense nos gustó, pero como digo era una re-visita y más o menos sabíamos lo que nos esperaba. Cervezas frías, parques y pateo por todas las calles que recordábamos de hacía ya unos cuantos bastantes años atrás.

Otra vez Ferrol

Allí nos esperaba mi amigo, el arquitecto Carlos Durán, que aunque desarrolla su actividad profesional en Barcelona, siempre tiene su Galicia natal en el pensamiento y el corazón.

Íbamos a encontrarnos en la casa de sus padres e intentaría tirar abajo el mito o maldición de Ferrol, que la señala como la ciudad más fea de España. Que adelanto no era necesario, habíamos visto cosas peores, no era para tanto.

Calles de Ferrol
Día oscuro y triste para callejear por Ferrol.

Como llegamos un día antes hicimos noche de nuevo en el “área de autocaravanas” donde barnizamos el techo de bambú de la cabina de La Vane.

De nuevo disfrutamos de caras amigas, una mesa, vino blanco, charla y la compañía de su mujer e hija y de sus padres. Allí pernoctamos una noche. Gracias también por el calor humano, cuya falta notas justo cuando compartes estos ratos. Y la fenomenal ducha, bálsamo del viajero.

Finisterre y Ponte Caldelas

Despedidas en casa de los padres de Carlos. Nuestro objetivo era Finisterre, e intentar pasar allí una noche, a ver cómo estaban las cosas en el fin del mundo y también del Camino de Santiago.

Breve parada en Carballo para dar una vuelta y comer algo. Llegamos a Finisterre por la tarde, con cielo despejado, buena temperatura y con el sol poniéndose poco a poco. Ideal.

Vimos un saliente desde el faro donde había autocaravanas aparcadas. Nos acercamos a dar un vistazo cuando nos cansamos de dar vueltas y como nuestra furgoneta es pequeña tenemos un hueco perfecto para nosotros.

Atardecer en Finisterre
Atardece en Finisterre y nos preparamos para pasar la noche allí.

Cielo estrellado, el faro encendido… otra noche para recordar en Galicia.

Al día siguiente toca de nuevo elegir lugar con biblioteca para pasar al menos una semana, elegimos Ponte Caldelas, en la provincia de Pontevedra, y fue todo un acierto.

Aparcamos junto al campo de fútbol. Al cabo de un par de días de vernos por allí Mercedes, mujer de Gregorio, y responsables de la gestión del espacio deportivo nos hablaron y nos ofrecieron las duchas y las lavadoras de la instalación por si queríamos hacer uso de ellas.

Ni que decir tiene que aceptamos. En los siguientes días disfrutamos de momentos de charla y de alguna cerveza en su agradable compañía.

En la biblioteca nos recibieron con amabilidad y allí pasamos unos cuantos días… hasta que llegó el fin de semana y el aparcamiento se llenó de feriantes. Comenzaban las fiestas del pueblo y aquello era un no parar de gente arriba y abajo.

En los días anteriores habíamos estado curioseando por todas partes y descubierto una tranquila área fluvial a las afueras del pueblo. Pensamos que sería más tranquilo pasar las siguientes noches allí.

Nos reconoce un seguidor

Una tarde estábamos allí sentados y disfrutando de la sombra cuando nos abordan una niña y un niño de unos 9 o 10 años:

– ¿Sois los de Dos Nómadas?

Cristina y yo nos miramos divertidos.

– Sí, somos nosotros ¿Quiénes sois vosotros?

– Es que nuestro padre es muy seguidor vuestro, no os vayáis que nos vamos a buscarlo ¡No os vayáis!

– Tranquilos, vamos a pasar aquí la noche, no nos vamos a marchar.

Allá que salieron corriendo y regresaron de la mano de su padre, Rubén, con quien compartimos un agradable rato de charla y disfrutamos del momento… que sería la única vez que nos iban a reconocer y hablar de manera tan espontánea.

Así pasó el fin de semana. Nos dimos una vuelta nocturna por la feria y disfrutamos del ambiente festivo de Ponte Caldelas. El lunes tocaba de nuevo despedirse de Mercedes y Gregorio. El rato siempre amargo de las despedidas.

También pasaba que veíamos ya en el horizonte el fin de nuestro paso por Galicia y eso nos dejaba ya un regusto amargo en el pensamiento. Por cierto que hicimos cuentas y ya llevábamos más de 6.000 kilómetros recorridos desde que salimos de casa.

Pontevedra y Vigo

Desde Ponte Caldelas nos acercamos a pasar el día en Pontevedra y recorrer la ciudad de arriba a abajo. La idea era dormir allí pero no lo vimos claro y decidimos desplazarnos hasta el aparcamiento del Castillo de Vigo.

Calles de Pontevedra
Como siempre, callejeando. Hoy toca Pontevedra.

Desde allí re-visitamos la ciudad, que también visitamos en su día en moto, y disfrutamos de las impresionantes vistas de las Islas Cíes desde los jardines del castillo. En el punto de mira nuestra última parada gallega.

Nigrán y Manuel Calavera

En Nigrán pasamos los últimos días en Galicia. Allí conocimos al “youtuber» Manuel Calavera, un gallego atípico que se dedica a subir vídeos de exploración urbana, una disciplina llamada urbex, de lugares abandonados: casas, enclaves históricos, etc,.

Atardecer en Nigrán
Atardece en Nigrán y damos un paseo antes de volver a casa.

La aparición de Manuel Calavera, Álvaro para los amigos, fue tan rimbombante como lo es el personaje. Lo vimos descender por la ladera de una montaña en Baiona portando algo parecido a una bandeja.

Y era una bandeja. El tío nos traía a modo de presente una rica tarta de queso de la que dimos buena cuenta tras visitar el Castillo de Monterreal, tomar algo y hablar de lo divino y lo humano.

Álvaro es un enamorado de las Vanette, tuvo una hace años. Me emocionó verlo disfrutar como un crío cuando lo llevamos hasta la puerta de su casa en La Vane.

Desde este humilde artículo le damos las gracias, no solo por la compañía y la charla, sino también por la tarta de queso y por cedernos un espacio donde trabajar para poder cambiar las viejas placas de matrícula de La Vane por las europeas.

Aligeramos peso y nos preparamos para cambiar de país

Llevamos 5 meses de viaje. Poco a poco vamos depurando las cosas que tenemos y ya sabemos lo que necesitamos y lo que no. Tanto es así que el amplio maletero de techo, de 400 litros de capacidad, que nos acompaña está vacío.

Pongo un anuncio en Wallapop y de un día para otro un hombre de Vigo, que está a tiro de piedra, viene y nos lo compra… nos compra incluso las barras donde se sujeta el maletero. La Vane vuelve a su ser original.

Al día siguiente vamos a Correos y enviamos una caja a casa con 21 kilos de cosas que no usamos. Vamos llegando a lo esencial poco a poco.

A Guarda y adiós a Galicia

Tras casi dos meses en Galicia llegamos a A Guarda, donde queremos visitar una de las construcciones de Carlos Durán, dar una vuelta y finalmente tomar el ferry que nos llevará de España a Portugal.

Ferry a Portugal
La Vane prueba su primer Ferry. De A Garda a Caminha en Portugal.

Por la tarde estamos los segundos en la cola para subir al ferry que nos llevará desde A Guarda a Caminha, ya en el país vecino. Portugal nos espera.

Es nuestro primer ferry y estamos emocionados por ello, pero tampoco podemos evitar sentir un nudo en el estómago al abandonar Galicia. Prometemos volver. Y creo que será más pronto que tarde. 😉

Y no preguntéis, que sois muy cucharones y tó lo queréis saber.

Antes de marchar os recuerdo que tenéis muchas más fotos en nuestra cuenta de Instagram.

Nos vemos muy pronto.

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